La hora azul

Como un balde de agua fría, así sintió su ausencia.

Si, ya pasó mucho tiempo desde que se dijeron adiós, o quizá muy poco, depende desde dónde se vea. Simplemente se alejaron creyendo que no dolería más, que la distancia los mantendría a salvo, aislados, pero la verdad es que nunca habían sentido su existencia de una manera tan intensa.

Ella, por su parte, se percató de que la serie que comenzaron a ver juntos ya no sería igual, que probablemente no volvería a ver ni un capítulo más, porque ya no tendría el mismo sentido.

Él supo que ya no la podría tomar por la cintura ni colocar ese mechón de cabello detrás de su oreja. Se dio cuenta de que tendría que encontrar una ruta nueva, que los kilómetros que recorrería en él cambiarían de significado.

Ella reparó en que su decisión a la hora de ordenar tendría que ser más selectiva, pues ya no habría con quien compartir platillos y que tendría que acabarse toda la bebida, eso o dejar el vaso medio vacío.

Él se percató de que su celular ya no sería tan importante, que las llamadas durarían 2 minutos escuchando voces sin rostro, que las noches serían más largas.

Ambos cayeron en cuenta de que la hora azul había terminado, pero con ello comenzaba el resto de sus vidas con otro color.